Juan y Carlos son amigos desde su infancia y siempre los ha unido algo en común: su obesidad. Actualmente son adultos y decidieron tomar cartas sobre el asunto para bajar de peso.
Un día asistieron a una consulta con uno de los mejores nutricionistas de su país, ya que Juan era muy escéptico con la gran cantidad de gente mandando dietas por ahí como loca. Juan no se preocupaba por el dinero, solo quería que resultara. Carlos, por otro lado, se quejaba porque era muy costoso y prácticamente asistió con muchas dudas en su cabeza.
Tanto Juan como Carlos siempre habían vivido bajo un ambiente proclive a la obesidad. Sin embargo, Juan estaba decidido a cambiar su vida, a no quejarse tanto y actuar. A no tenerse autocompasión y resignarse a su destino. Carlos, por otro lado, sabía que tenía que bajar de peso pero no estaba tan seguro. Decía cosas como: “ya estoy acostumbrado a ser gordo” “los gorditos somos simpáticos” “¿por qué tengo que matarme haciendo dietas si la gordura es genética?” “comienzo el lunes”.
Juan y Carlos comenzaron su plan con mucho entusiasmo. Compraban juntos los alimentos para su plan alimentario, incluso regalaron todos los refrescos, chucherías y demás alimentos que les afectaban. Caminaban juntos luego del trabajo. Se comprometieron a apoyarse mutuamente y seguir su plan a pesar de todo y de todos. Cuando Juan llegaba a su casa debía someterse al ambiente alto en grasas y azúcares, ya que su esposa era adicta a todas estas cosas y tenía sobrepeso. No estaba dispuesta a cambiar. Carlos, por otro lado, vivía con su esposa que lo motivaba a alimentarse bien y bajar de peso ya que estaba influyendo negativamente en su matrimonio.
Todo iba bien, de hecho tres semanas después regresaron a su control nutricional. Juan había bajado 3 kilos y Carlos 4 kilos. Ambos estaban contentos y creían que lo iban a lograr. Pero algo pasó…
Carlos ya no acompañaba a su amigo a hacer mercado ni a caminar. Su esposa le descubrió unas chucherías debajo de la cama y en la madrugada se levantaba a comer lo primero que veía. Su nutricionista le había descartado algún problema metabólico para ver si su gordura era por él o ajenas a su voluntad. Todo su problema era mental. Su papa fue gordo, su mama fue gorda y si su esposa lo conoció gordo debe amarlo así. “Si nací gordo muero gordo, total, de algo hay que morirse” solía decir.
Juan por otro lado proseguía. Ahora estaba solo sin el apoyo de su amigo. Ahora él está sólo contra el mundo ya que tiene que batallar contra su propio ambiente (su esposa) e incluso ahora contra su propio amigo Carlos, ya que éste le dice cosas como: “olvidémonos de eso y aceptemos que no podremos lograrlo” “no nacimos para ser delgados”. Realmente fue muy difícil para Juan este proceso.
Juan estaba consciente de que el proceso no sería fácil. Él no quería todo rápido. Él quería cambiar sus cuarenta años de hábitos de forma paulatina pero con determinación. Estaba tan decidido en alcanzar su meta que decidió comenzar no escuchando opiniones negativas: duró un año sin saber de Carlos y le prohibió tajantemente a su esposa que lo tentara con comidas no saludables. Si ella quería seguir con sus malos hábitos podía hacerlo pero que él no la viera. A pesar de todo, él amaba a su esposa pero comprendió que no podía perder su tiempo haciéndola entender, ya que el subconsciente era muy poderoso en ella. Él la amaba pero más se amaba a sí mismo. Del mismo modo fue buscando amistades que lo motivaran para alcanzar lo que él quería. Conoció personas que se cuidaban en la alimentación y que tenían aficiones con los deportes.
Para resumirte el cuento, dos años después Juan ha disminuido 40 kilos. Actualmente está reuniendo para realizarse una dermolipectomía (quitarse toda la piel que le quedó colgando). Su vida ha cambiado radicalmente. Ya no se ahoga en las noches durmiendo, tiene mayor autoestima y hasta su esposa se ha puesto celosa. De vez en cuando habla con Carlos, el cual se encuentra más gordo debido a la depresión que le causó cuando su esposa se divorció de él. ¿Te imaginas por qué ella se divorció?
Ahora bien, aunque este cuento no está basado en vidas reales, sabemos que esto puede ocurrir. ¿Por qué bajar de peso es tan difícil? ¿Por qué solo el 10% puede lograrlo y el otro 90% no? Intentaré explicártelo desde el punto de vista científico, sin pretender usurpar la profesión de psicólogos o psiquiatras. Del mismo modo trataré de explicártelo en un lenguaje sencillo para no aburrirte.
Comenzaré diciéndote que a Albert Einstein se le atribuye la frase: “La imaginación es más importante que el conocimiento”.
Sabemos que el cerebro tiene tres partes: el hemisferio izquierdo, el hemisferio derecho y el subconsciente. El hemisferio izquierdo generalmente se utiliza para la lectura, la escritura, el habla y el pensamiento lógico. Los niños que se desempeñan bien en la escuela tienen el hemisferio izquierdo bien desarrollado. Podemos relacionar este hemisferio con las inteligencias lingüística, lógico-matemática e interpersonal.
El hemisferio derecho tiene que ver con el cine, el arte, la música y otras relaciones no lineales, es decir, con la creatividad y la imaginación. Ahora bien, el cerebro subconsciente es la parte más trascendental porque incluye lo que se conoce como cerebro primitivo. El cerebro primitivo tiene una gran semejanza con el cerebro de los animales: no piensa, más bien reacciona, pelea, huye o se congela. Personalmente creo que esta sección es la que determina si alguien tendrá éxito o fracasará en su vida, en el amor, la salud y el dinero. Esto se debe a que el subconsciente es la parte más poderosa del cerebro, especialmente cuando nos encontramos bajo presión.
El subconsciente también afecta nuestras acciones corporales a través de la inteligencia corporal-quinestésica. Por ejemplo, en el golf, la presión podría provocar que el golfista fallara un golpe estando la pelota a solo veinte centímetros de distancia del hoyo. Otra persona podría paralizarse y no reaccionar por el miedo a cometer un error, o permanecer en un empleo por la seguridad que ofrece y no porque realmente le guste su trabajo.
La gente con inteligencia intrapersonal alta tiene la habilidad de controlar los impulsos del subconsciente de pelear, huir o paralizarse. En lugar de huir, puedes decidir paralizarse. Si están paralizados puedes escoger pelear. La cuestión es que tienen la inteligencia para escoger la respuesta subconsciente más adecuada. Si están enojados pueden mantenerse calmados y si sienten temor pueden confrontar su miedo.
La gente piensa de forma diferente cuando el miedo controla su subconsciente; si tienen temor pueden decir: “No puedo hacer esto, ¿qué tal si fallo?” o “Eso es muy arriesgado”. Compara la situación anterior con la de una persona cuyo subconsciente libra una lucha interna y que puede decir: “Les voy a mostrar quién soy. Voy a bajar de peso porque yo sí puedo hacerlo”.
Te reitero que el subconsciente es la parte más importante del cerebro; es tan poderosa que controla nuestras adicciones. Por ejemplo, la mayoría de los fumadores desean dejar de fumar; de manera lógica se le pueden explicar a su hemisferio izquierdo todos los efectos dañinos del cigarro, o al hemisferio derecho se le pueden mostrar espantosas fotografías de cáncer de pulmón. No obstante, si el subconsciente quiere fumar, la persona fuma. El subconsciente controla tu vida de muchas formas, no importa si haces las mil y una dietas o tienes infinidad de instructores personales, si no tienes el subconsciente programado para bajar de peso entonces será muy difícil lograrlo.
Hay neurocientíficos que descubrieron que el cerebro tiene neuronas espejo; creen que este descubrimiento es aun más importante que el descubrimiento del ADN. En términos sencillos, una neurona espejo es el equivalente a lo que hace la mano, hace la otra. Nuestros cerebros están programados para imitar lo que vemos que hacen los otros; eso explica por qué todos compramos en diciembre, nos graduamos y buscamos un empleo, comemos al igual que nuestros padres, por qué un niño que nació en los Andes hablará con acento diferente al de Cumaná, Maracaibo o Caracas.
Las neuronas espejos de nuestros hábitos alimentarios limitan nuestro mundo y el tipo de gente con que nos relacionamos. Muchas personas con sobrepeso tienen problemas para codearse con personas esbeltas. Algunos buscan parejas que tengan también sobrepeso de forma que se identifiquen mutuamente y no tener que arriesgarse con una pareja delgada. Por eso te digo: Mucho cuidado con quién te juntas y de lo que dices. Si estás acostumbrado a decir: “nunca alcanzaré el peso que quiero” “nunca saldré adelante económicamente” “es muy difícil conseguir pareja hoy en día”, entonces es muy probable que estés en lo cierto.
Franklin Correa
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