¿Por qué pensamos que con decirle algo a alguien ya éste cambiará su manera de actuar?



¿Te imaginas que un científico haya descubierto la cura contra el SIDA y no quiera ofrecerla por miedo a que digan que es un vendedor? Aunque pueda parecer un caso exagerado para ti, puede pasar. ¿Qué pensarías si te digo que ya está inventada? El problema no es el conocimiento ni el talento. El problema es accionar a pesar del miedo y hablar menos. Algunas personas, entre ellos colegas y médicos, consideran "antiético" que yo les recomiende a mis pacientes un suplemento que yo mismo les vendo en el consultorio. Tú sabes, cuando es algo para promover la salud se cuestiona. Sin embargo, no cuestionamos al que nos quiere vender los cigarrillos, el alcohol o el refresco. Pienso que si estás realmente seguro del producto que ofreces no deberías temer para ofrecerlo, esto recordando que el principal producto eres tú mismo. El problema está cuando recomendamos lo que el visitador médico nos "regaló" sin tener tiempo para investigar si realmente eso es bueno. Eso sí me parece antiético. Yo simplemente sé que con decirle a un paciente: "estás siendo engañado por la industria alimentaria" no se modifica nada. Y no me malentiendas, quizá a corto plazo sí, pero no a largo plazo. Yo sólo sé que con decirle a un paciente "tienes que comer 5 raciones de frutas y vegetales al día" no cambia nada. Somos seres de hábitos y costumbres que nos adaptamos al entorno. Y si en el entorno lo que abunda son azúcares, harinas refinadas, grasas trans, etc., ¿qué puedo hacer yo sólo para combatirlo? Se me ocurren tres cosas: 1) promocionar algo que haga que el daño no sea tan grave, 2) aprender las técnicas de marketing del video que aparece al final y 3) aplicar las dos cosas anteriores.
Estimado lector, no sé a qué te dedicas pero posiblemente sepas que todo en este mundo se trata de ventas. El empleado le vende su tiempo a su jefe. El enamorado intenta venderse a sí mismo. El médico vende sus servicios intentando que el paciente regrese. El comerciante vende sus productos a sus clientes. El exponente vende sus ideas para que las acepten. El profeta vende su religión. El mercado paga en base a cuantas personas puedes servir a la vez. El problema es que nos dijeron que es malo promocionarse o venderse a sí mismo porque se cataloga como molesto, vil o cualquier otro adjetivo. Por esta razón la industria alimentaria gana millones haciendo daño mientras que un orador, quizá con buenas intenciones pero actuando en solitario y sin equipo, no cambia nada. Cuando los profesionales de la salud rompamos nuestros paradigmas y nos unamos realmente apartando el ego, quizá podamos estar abiertos a aprender cosas que el marketing alimentario sabe, y cuando sepamos eso quizá podamos hacerle frente realmente, sin conjeturas ni láminas, sólo con hechos. Ésto sí sería coherencia y ética. Pero no nos enseñaron a vendernos a nosotros mismos. Nos da miedo hacernos publicidad. No sé tú pero mientras los demás intentan cambiar al mundo yo prefiero cambiar yo mismo aunque muchos no compartan mis ideas. Considero que es más sencillo cambiar uno mismo que cambiar un sistema establecido por siglos, ¿no crees? Te invito a ver el siguiente video para que mi colega exprese mejor mi punto. Disculpa si fui muy "ácido" esta vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario