¿Cómo combatir el Marketing alimentario?

      ¿Por qué pensamos que con decirle algo a alguien ya éste cambiará su manera de actuar?

      Su ritmo cardíaco se acelera. Ya se acerca el momento de subir al estrado. Lo están nombrando y exponiendo su majestuoso curriculum vitae. "¡Aquí vamos!" - es lo que se dice en su mente. Sube y se posiciona en el estrado a hablar durante treinta minutos acerca de la industria alimentaria y de cómo nos están engañando y dañando nuestra salud. Es un nutricionista que sabe mucho. Todos los espectadores escuchan atentos y se escucha un "¡waooo!" más que otro en toda la sala. Muchos conocimientos teóricos se adquirieron ese día. Termina la conferencia y obviamente hay muchas felicitaciones por aquí y por allá, "estuvo genial" - le dicen por aquí y, "espectacular" - le dicen por allá. En fin, todo un éxito. Pero...

      Una vez que todos salen del auditorio y se enfrentan a los innumerables estímulos que le rodean, la gente ni se recuerda de lo que escucharon una hora antes. Algunos acuden a McDonald´s para almorzar, otros a KFC, algunos deciden por Pizza Hut. En fin, sus cerebros reptiliano (primitivo de supervivencia) y límbico (de las emociones) pudieron más que su córtex (cerebro evolucionado). Las emociones pudieron más que la lógica. Así somos los humanos, no creas que eres tú solamente, todos somos así, porque somos humanos. 

      El problema no es acudir a estos lugares. El problema es pensar que con sólo tener una información teórica ya es suficiente para cambiar la conducta humana. Uno de los errores más "garrafales" de nosotros lo profesionales de la salud es pensar que con hablar bonito en un estrado, acerca de lo que "yo" descubrí, ya es suficiente para combatir el gran marketing que existe en nuestro mundo. Seguimos pensando que un paciente es un ser "robótico" que toma sus decisiones basadas en la lógica y que con solo decirle: "el refresco hace daño", ya dejará de tomarlo de por vida. Pensamos que con acusar, vejar, condenar y hablar mal de las empresas que usan el marketing para dañar, es la solución a todos los males. Lo que el marketing sabe, que nosotros no sabemos aún, es precisamente que la mente no discierne entre bueno o malo sino que acepta como verdadero aquello que más se repita. Así que, pensar que los estímulos constantes se combaten solo con una exposición, es algo ingenuo o carente de sentido común. ¿Qué tal si los profesionales de la salud supieran vender como lo hace el marketing? ¿Qué tal si usáramos las estrategias de marketing que ellos usan para beneficiar la salud en la población? Pienso que sería fenomenal, quizá algo utópico. Para lograr eso hace falta que nos quitemos muchos paradigmas o miedos. Paradigmas como: "vender es indigno luego de haber estudiado tanto", "venderle a los pacientes es antietico", y el famoso"¿qué dirán de mi?".

      ¿Te imaginas que un científico haya descubierto la cura contra el SIDA y no quiera ofrecerla por miedo a que digan que es un vendedor? Aunque pueda parecer un caso exagerado para ti, puede pasar. ¿Qué pensarías si te digo que ya está inventada? El problema no es el conocimiento ni el talento. El problema es accionar a pesar del miedo y hablar menos. Algunas personas, entre ellos colegas y médicos, consideran "antiético" que yo les recomiende a mis pacientes un suplemento que yo mismo les vendo en el consultorio. Tú sabes, cuando es algo para promover la salud se cuestiona. Sin embargo, no cuestionamos al que nos quiere vender los cigarrillos, el alcohol o el refresco. Pienso que si estás realmente seguro del producto que ofreces no deberías temer para ofrecerlo, esto recordando que el principal producto eres tú mismo. El problema está cuando recomendamos lo que el visitador médico nos "regaló" sin tener tiempo para investigar si realmente eso es bueno. Eso sí me parece antiético. Yo simplemente sé que con decirle a un paciente:  "estás siendo engañado por la industria alimentaria" no se modifica nada. Y no me malentiendas, quizá a corto plazo sí, pero no a largo plazo. Yo sólo sé que con decirle a un paciente "tienes que comer 5 raciones de frutas y vegetales al día" no cambia nada. Somos seres de hábitos y costumbres que nos adaptamos al entorno. Y si en el entorno lo que abunda son azúcares, harinas refinadas, grasas trans, etc., ¿qué puedo hacer yo sólo para combatirlo? Se me ocurren tres cosas: 1) promocionar algo que haga que el daño no sea tan grave, 2) aprender las técnicas de marketing del video que aparece al final y 3) aplicar las dos cosas anteriores.   

    Estimado lector, no sé a qué te dedicas pero posiblemente sepas que todo en este mundo se trata de ventas. El empleado le vende su tiempo a su jefe. El enamorado intenta venderse a sí mismo. El médico vende sus servicios intentando que el paciente regrese. El comerciante vende sus productos a sus clientes. El exponente vende sus ideas para que las acepten. El profeta vende su religión. El mercado paga en base a cuantas personas puedes servir a la vez. El problema es que nos dijeron que es malo promocionarse o venderse a sí mismo porque se cataloga como molesto, vil o cualquier otro adjetivo. Por esta razón la industria alimentaria gana millones haciendo daño mientras que un orador, quizá con buenas intenciones pero actuando en solitario y sin equipo, no cambia nada. Cuando los profesionales de la salud rompamos nuestros paradigmas y nos unamos realmente apartando el ego, quizá podamos estar abiertos a aprender cosas que el marketing alimentario sabe, y cuando sepamos eso quizá podamos hacerle frente realmente, sin conjeturas ni láminas, sólo con hechos. Ésto sí sería coherencia y ética. Pero no nos enseñaron a vendernos a nosotros mismos. Nos da miedo hacernos publicidad. No sé tú pero mientras los demás intentan cambiar al mundo yo prefiero cambiar yo mismo aunque muchos no compartan mis ideas. Considero que es más sencillo cambiar uno mismo que cambiar un sistema establecido por siglos, ¿no crees? Te invito a ver el siguiente video para que mi colega exprese mejor mi punto. Disculpa si fui muy "ácido" esta vez.




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